REFLEXIÓN PARA UN DÍA DE ENERO.

No podemos depositar en otrxs, la responsabilidad de cuidarnos. Es nuestro deber establecer nuestros límites, comunicar con claridad nuestras necesidades. No debemos esperar que los demás hagan el trabajo que nosotras mismas no nos permitimos. Seguramente no lo harán porque no es su camino, no les corresponde y además no lo entienden. Y aunque lo hicieran, lo harán de la forma que consideren. Lo que probablemente no se corresponda con lo que tú necesitas.
Nadie mejor que tú conoce el qué y el cómo. Déjate llevar por las señales de tu camino, por tu fuero interno. Tu camino es tuyo y de nadie más. No tienes que pedir permiso. Sí respetar. Pero eso empieza por respetarte a ti, esa es tu mayor responsabilidad. Se te ha dado una vida para gozarla y tomarla por las riendas. Si lo haces, el resto irá bien, vendrá sólo, será fácil. O cuanto menos sincero. Ponte al servicio de tu alma, hazle caso. Es a lo que has venido.
Partiendo de eso, podrás atender a todo lo que consideres oportuno y te darás cuenta de que realmente es mucho menos de lo que tu cabeza pretende.
El Mundo es un lugar inmenso repleto de luces y sombras. Acércate a la luz. Lleva siempre el amor contigo. Hay millones de fuegos que apagar. Nadie está preparadx para apagarlos todos. Cada cual tiene su cometido en la vida, nuestra responsabilidad es encontrarlo y serle fiel. Nada más. Y nada menos.
Todxs estamxs conectadxs, somos red. Pero no podemos atender al resto si no empezamos por nosotras mismas. Seamos tribu pero conectemos desde el corazón, no desde la obligación y el miedo.

fotografía - Alicia Petrashova

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