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fotografía: Luis Alemañ |
El cielo se desgarraba ahí fuera.
Nosotros mientras, hacíamos el amor
como si nuestros cuerpos
también fueran tormenta
y lloviera en todos sus poros.
Igual que el cielo
nos desgarramos.
Como si tras nuestra piel
acabara el mundo
y los colores.
Y luego,
como la calma que viene después,
nos sonreímos en un abrazo
que habríamos querido eterno
pero duró solo el instante
que nos concedió el tiempo.
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www.luisalemañ.com |
Caras de cemento mustio
en el metro
hormigón en los corazones
y opacidad en las retinas.
Ya sólo queda brillo
en los ojos de los niños.
Y mientras pienso
“no quiero vivir así”,
o morir así, debiera decir,
mi reflejo abatido
se asoma en el cristal
de los fantasmas.
Me atormenta ser parte
de este letargo mecanizado,
de esta idea del tiempo
de los trenes que pasan
y no cogemos
de los que cogemos
en el andén equivocado
de los que NO pasan
de los que sí y son demasiados
y entonces cuál elegir
los quieres todos
cuando en realidad lo tuyo
es cruzar la vía haciendo equilibrios
y dejarlos pasar todos
mientras el sol te acaricia la calma
y le sonríes con gracia a la muerte
porque aunque mueva la última ficha,
lo que has andado
te lo has guisao
y te lo has comío
y oye,
que me quiten lo bailao
que yo me quedo en este andén
haciendo equilibrios
sin cemento, ni ladrillos
el corazón abierto al instante
y arriquitraun
traun traun.
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Fotografía: Pedro Vera |