NO
Madre,
no me enseñaste a decir NO
porque a ti tampoco te lo enseñaron.
Ni a tu madre, ni a tu abuela,
ni tampoco a tu tatarabuela.
Ni a todas las que le precedieron
hasta el principio de los tiempos.
Madre, no me enseñaste a decir NO
porque tú misma no sabes decirlo.
Pero no debe ser tan difícil,
son sólo dos letras
contundentes y rotundas
como un muro.
ENE - O; NO.
La vida nos pone un sinfín
de situaciones para practicarlo
en las que tragamos, rehuimos
y nos escondemos donde nadie nos ve;
dejando al cuerpo a la deriva,
funcionando en piloto automático.
Pero ¡HOLA! ¡Estamos aquí!
Démonos la bienvenida
rompiendo este cascarón a patada limpia.
Brotemos de entre la ruinas
de este sepulcro de NOES
que pesan porque no han salido.
Escupamos los NOES a diestro y siniestro.
A quien pretenda invadirnos: NO,
un NO inmenso como un bosque de pinos.
A quien vomite en nosotras palabras envenenadas:
NO, un NO que limpie como agua bendita.
A quien nos manipule: NO,
un NO tan claro como un espejo.
A quien nos utilice: NO, ya basta.
A quien nos vacíe; NO,
como una muralla en llamas.
A quien nos absorba: NO,
como loba que protege a sus crías.
A quien nos contamine: NO,
a todos ellos, a todas ellas: NO.
Bajo ningún concepto. NO.
Mis límites son sagrados e infranqueables,
no debemos olvidarlo.
Nuestro escudo es un gran NO
que rebota todo lo tóxico.
Aunque eso suponga decepcionar,
aunque suponga, no cumplir expectativas
aunque suponga soledad.
Pero realmente pienso
que a quien le aleja este NO,
poderoso y necesario,
es porque NO tiene que estar.
Y agradezco que se vaya
y deje solo el aprendizaje
de lo que NO quiero,
de lo que no me hace bien.
Si vienes a sumar, a darme amor,
luz y comprensión;
bienvenido, bienvenida a mi hogar.
Si vienes a romperme, lo siento,
pero has venido al lugar equivocado.
Tal vez no hayas leído el cartel que hay en la puerta.
No es difícil, son sólo dos letras,
contundentes y rotundas como un muro;
ENE, O: NO.
0 comentarios