UN DÍA DE VUELTA EN MURCIA


La gente camina luciendo un sol en la cara
que se proyecta desde el corazón
se les va cayendo la tierra al andar
imposible ocultar esa energía de huerta
de verdura fresca y calor seco

En la plaza un hombre toca el acordeón.
La mujer del café le acompaña con su canto
y al final unas monedas “ala, toma zagal”.

Mientras, la tarde cae sobre la catedral
enfatizando su misterio entre sombras.
Ha llovido y huele a hojas contentas.

Entro a mi antigua escuela
su vida cae sobre mis brazos;
taconeo, ensayos, pájaros fuera y dentro.

Su historia vibra
entre los muros centenarios.
Romanos, moros, cristianos
guerras, religión, enfermedades
tantas cosas han pasado
que contagian al arte
e incentivan la creatividad.
Las nuevas voces se entremezclan
entre recuerdos de antepasados
explosionando en un vuelo de palomas indescifrable.

Su vestir desenfadado contrasta
con el ambiente clásico de la ciudad.
Visten elegante pero sencillos.
No falta un día sin cerveza
o panadería en cada esquina.
Muchos piden para comer
pero a pocos les falta una sonrisa
un mirarte a los ojos y sentirte humano.

Un dar, un estar, un ser
humilde, generosa, humana


Ay Murcia, pero qué hermosa eres.


fotografía: Ángel Hernández

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