NUESTRO REINO DE ALGODÓN
Es verdad, tenías razón.
Me llevaste a las nubes
y probamos su olor y sabor a pino mojado.
Me las esperaba de azúcar
pero eran saladas y grises.
No había osos polares buscando su nombre
y saltar estaba terminantemente prohibido.
Aun así,
el tiempo se puso de nuestro lado
- ya te dije que lo tenía contratado –
y lo que parecían esbozos de árboles
se convirtieron en obra impresionista
de luces de farolas y semáforos.
Impresionismo abstracto,
del que a ti te gusta.
Para poder adivinar las formas
de una maraña sin sentido para,
sin tener ni idea de astronomía,
inventarnos el mapa del cielo
y crear nuestro propio reino.
Y así las nubes
se quitaron la ropa y se vistieron de estrellas.
Y nuestros ojos
envidiosos
pintaron de luces el paisaje.
El horizonte se fue ampliando y de pronto,
teníamos Murcia en nuestra cara,
centelleándose de risa.
Y en nuestra imaginación,
aquel campo brillante llegaba a Australia
Y nosotros
éramos los reyes del Mundo
en nuestro trono de piedra mojada.
Olvidando
aquella señal a la entrada de Murcia
que indica hora
temperatura
y realidad.
1 comentarios
Eres mágica
ResponderEliminar