En
Trintxerpe pasa algo
en
el barco de los locos.
Un
aplauso a la libertad
un
redoble a la inspiración.
En
Trintxerpe pasa gente
con
sombreros disfrazados
que
aletean fantasías
que
provocan alboroto.
En
Trintxerpe hay viandantes
que
se acercan al meollo
o se
alejan asustados
que cuestionan
sus vidas
o
nos miran enfadados.
En
Trintxerpe hay viandantes
que
se unen al bullicio
o
saludan con cautela
desde
la línea de la prudencia
y
con la lengua de caramelo.
En
Trintxerpe hay sobresalto
va a
zarpar aquel pesquero
que
traía los colores
del
amor y la locura.
En
Trintxerpe hay carreteras
con
asfalto de gallina
absorbiendo
así la tinta
de
su exótica acuarela.
En
el barco de los locos
aúllan
ya los marineros
llevan
en la mano y
colgando
del corazón,
un
pequeño pueblo
al
que la gente llama
Trintxerpe.