La otra cara de Europa. Día 9



Las familias de nuestras alumnas habían huido de Alepo y se encontraban a salvo en zona verde. La clase resulta menos amarga de los esperado y se entusiasman ante las palabras que emergen del abecedario y de su memoria. 

Nosotros vinimos a ayudar pero nos llevamos más de lo que damos; nos regalan su cariño, nos invitan a entrar en sus tiendas y a compartir con ellos lo poco que les queda de una vida que antes era normal. Tomamos té, charlamos un rato y hoy la mayoría se quedan a cenar, bajo el calor del hacinamiento en aquellas casas de tela y la alegría con sabor placebo. 

Yo decido volver a casa antes; recuperar la energía, asentar lo vivido y descansar el ánimo que se me agota de tanta injusticia, de tanta impotencia. 


Fotografía: César S. Baroja

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2 comentarios

  1. Cuanta tristeza, cuanta energía tenéis, cuanta generosidad. Muchísimas gracias

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  2. Cuanta tristeza, cuanta energía tenéis, cuanta generosidad. Muchísimas gracias

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