La otra cara de Europa. Día 6
Las mujeres andan por sus tiendas entre ropa, niños y las suficientes cargas como para que resulte bastante complicado reunir a unas cuantas. Hoy se unieron cuatro. Empiezan desde cero pero escuchan atentas este nuevo estímulo. El resto de las clases siguen su curso habitual; algunos, como esponjas, absorben la lección como el que devora el plato más exquisito. A otros, les pesa demasiado el alma y la guerra como para atender lecciones que no sean recuerdos.
Y así, las historias se nos van acumulando en la piel de tanto estremecerse a cada palabra, que refleja más que la mirada y a cada mirada que habla más que las palabras. “Qué no habrán visto esos ojos”, nos preguntamos ante aquel niño que vio tanto que no habla, aquel otro esbozado en cicatrices o el que ha enterrado la sonrisa con los que fueron su gente y ahora no le queda más que un cuerpo escuálido que aún le queda grande.
Hoy nos despedimos tragando la saliva y la impotencia.
Mañana, mañana será otro día, que ya es bastante.
1 comentarios
Creía que no me quedaban lágrimas, pero si, qué miedo nos da mirar a la cara, miedo y vergüenza
ResponderEliminar