MADRID
Qué bonita estabas anoche
vestida de Navidad.
Hasta parecías feliz
en tu traje de gala.
Cuando vuelva
ya no llevarás las luces
ni el olor a castañas
o epilépticos estímulos para el consumo.
O quizás sí. Pero se verán menos.
Como tampoco se verán
los silenciosos cartones que piden limosna.
Que a diferencia de los primeros, éstos,
ni se ven, ni se van, ni se echan de menos.
Y a pesar de tu travestida felicidad
y tus fingidas galanterías
a pesar de todo,
tienes embaucada a mi sonrisa.
Hasta pronto Madrid,
Nos vemos en alguno de tus escondites
para soledades.
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