DE SUEÑOS PLASTIFICADOS
Mi peso aplastando el plástico frío. Una silla cualquiera.
Mis ojos palpando el plástico opaco. Una terraza en Atocha.
Más plástico envolviendo personas de plastilina que platican
sobre la vida o tal vez platón.
Que cargan con sus mochilas, burbujas de plomo, rótulos,
alguna etiqueta y un plastidecor.
Que piensan qué han olvidado qué necesitan, si es más dinero
algo de plata tal vez rebajas, comprar algo nuevo: una culpa o una obligación;
queremos la última moda.
No. Ciudadanos plastificados,
lo único que llama a la puerta
es el niño que hemos dejado
sus manos llenas de chocolate
la hora del patio en su hombro
y en sus ojos
un mundo sin especias ni edulcorante
un mundo que es y que existe. Desnudo
tentador del plástico que nos protege
de alegrías y penas
de la sal en la piel
y las manos llenas
de chocolate.
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