DE PRINCESAS DE SUPERMERCADO

  
Me enseñaste a ser princesa
construiste
mi palacio de cristal
y llenaste de rosas
cada
paso
en mi alfombra roja.
Lo que no leí en la letra pequeña de tus promesas
era todo aquello de las grietas y las goteras.

Y me pinché con las rosas.
Y tropecé con la alfombra.
Y en mi intento de conquistar nuevos reinos,
me dediqué a besar ranas
pero
ninguna
era
príncipe.

Y hoy me doy cuenta
de que las ranas son ranas
los reinos son tristes
y que los príncipes…
son para los cuentos.

Así que
me quito estos zapatos de pega
y el vestido rosado de perlas
para salir de un palacio en ruinas
- que se anda cayendo a sueños y a pedazos –
y así
pisar la calle el mundo y la vida

descalza
y desnuda.

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