CAMINOS DE IDA O VUELTA

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No. De verdad.
Este no es como los demás.
Es un punto diferente.
No es suspensivo, es final.

Punto y aparte si me apuras.
Pero punto. Punto de verdad.
Se acabaron los infartos amorosos.
Vacaciones a las esperas
y dependencia de unos labios.
Se dan de alta curiosas miradas
me emancipo de tu abrazo.
Adiós a los silencios nublados.
Yo me largo.
Me llevo las maletas cargadas de nada,
el equipaje está por llegar:
varios pares de aventuras
y desventuras
el sonido de mástiles combatiendo una brisa
y ¿por qué no?
Un amor en cada puerto.
Vale, sí.
También habrá recuerdos
y nostalgia
saudades de tu abrazo.
Pero
Ya
No

Esperaré.


Me despierto.

No 
puedo 
dormir.


Hoy, como de costumbre,
no aporta nada el facebook
sólo anuncia soledad.

Estoy
que me escribo encima
Me sacude tu indiferencia
y todos sus sinónimos.
Mi silencio araña el aire
gritando te echo en falta.
Tu abstención a comunicarte
tu chispear contradicciones me
      rompe
                 me hace 
                         puzle
de piezas inconexas
Y yo me canso de esta sopa
de preguntas sin respuesta
que hace tiempo que está fría.

Hoy se cuelga el cartel 
de cerrado el chiringuito.
Por favor, absténganse de venir 
portadores de penas, miedos y opacidad.
No se molesten en llamar a la puerta
así no se reflota un negocio.

Hoy, emprendo un nuevo proyecto
una nueva oportunidad voy a
descubrirle las cosquillas
tararearle a las penas
y llenarle la maleta
de aventuras.
Hoy le doy el visado
                             a conocer 
                                                        me.


Cuando por fin me creo
a salvo de tu ausencia
se aprovecha
me pilla desprevenida perdida
en algún rincón
y me atropella.
Se ríe de mí
como esta sopa china
que no acepta mi garganta
ya se encargan tus recuerdos
de impedir el paso
a cualquier ingrediente
que no se llame abrazo.
Y eso que los tuyos
fueron tan escasos
que ni si quiera recuerdo
si realmente fui feliz
o es que me cegó
la intermitencia de tu faro
que alumbraba mi camino
o lo cedía a la deriva.
Por igual, sin preferencias
o lo opuesto, no recuerdo.
Pero algo debió pasar
entre todos esos naufragios
algo terriblemente plácido
algo tan dulce tan salado
que mi piel no se olvida

de la paz que da tu abrazo.



Quizá no sea normal esto que siento
pero mi piel no entiende de normalidades
sólo de cambios en sus constantes
de temperatura
de la ausencia de tu saliva

y de las grietas en los labios.



Hasta que no me ha golpeado en la cara el olor de tu abrazo
Hasta que no me han gritado tu nombre los cuadros
Hasta que no me han arañado las fotos y los recuerdos
Hasta que no he abrazado el dolor de mi gente
Hasta que no han colocado en mis ojos
lágrimas de otros ojos
Hasta que no te he escuchado en palabras
que no hablan presente

Hasta entonces,
no he sido consciente
de
lo
que
pesa
tu
ausencia.

Hasta entonces y hasta siempre,

Te quiero.

Mi peso aplastando el plástico frío. Una silla cualquiera.
Mis ojos palpando el plástico opaco. Una terraza en Atocha.
Más plástico envolviendo personas de plastilina que platican sobre la vida o tal vez platón.
Que cargan con sus mochilas, burbujas de plomo, rótulos, alguna etiqueta y un plastidecor. 
Que piensan qué han olvidado qué necesitan, si es más dinero algo de plata tal vez rebajas, comprar algo nuevo: una culpa o una obligación; queremos la última moda.

No. Ciudadanos plastificados,
lo único que llama a la puerta
es el niño que hemos dejado
sus manos llenas de chocolate
la hora del patio en su hombro
y en sus ojos
un mundo sin especias ni edulcorante
un mundo que es y que existe. Desnudo
tentador del plástico que nos protege
de alegrías y penas
de la sal en la piel
y las manos llenas

de chocolate.

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