CAMINOS DE IDA O VUELTA

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Abrazarnos
          son
               las
                    dos
                         piezas
                                del
                                     puzle
                                            que
                                                sí
                                                   encajan.



Llegaste a modo tirita
y acabaste
escociendo más que la herida.



Que se derramen los posesivos
del diccionario
que vengan en manada
palabras de amor
a ocupar su puesto.

Decoloremos
los posesivos
ya sean pronombres o adjetivos
cadenas o etiquetas
Nada
nos pertenece.
Todo empieza
Todo acaba.

Y nosotros
no somos más que una pequeña parte de este caótico
y precioso
Mundo.
Una parte tan mínima
como la luz de una cerilla
en un campo de estrellas.
Como la mirada cómplice
y secreta del amor.

Una parte tan mínima
que cabría enlatada
en cualquier pequeña
diminuta
insignificante
y recóndita isla
de este caótico
y precioso
Mundo.

Aunque nuestro ego
se desborde por la capa de ozono.
Ese pequeño canalla
funcionando a modo de imán
adhiriéndose a todo lo etéreo
creyendo ser dueño, conquistador.

Si todo empieza
todo acaba
Nada
permanece.
Nada 
nos pertenece.
Y nosotros
no somos más que una preciosa parte de este caótico
y pequeño

Mundo.

Me canso de este juego
de príncipes y princesas
dejemos las burocracias
quitémonos la ropa.

  
Me enseñaste a ser princesa
construiste
mi palacio de cristal
y llenaste de rosas
cada
paso
en mi alfombra roja.
Lo que no leí en la letra pequeña de tus promesas
era todo aquello de las grietas y las goteras.

Y me pinché con las rosas.
Y tropecé con la alfombra.
Y en mi intento de conquistar nuevos reinos,
me dediqué a besar ranas
pero
ninguna
era
príncipe.

Y hoy me doy cuenta
de que las ranas son ranas
los reinos son tristes
y que los príncipes…
son para los cuentos.

Así que
me quito estos zapatos de pega
y el vestido rosado de perlas
para salir de un palacio en ruinas
- que se anda cayendo a sueños y a pedazos –
y así
pisar la calle el mundo y la vida

descalza
y desnuda.


Te envío este silencio
cargado de todo
lo que no es olvido.

Te envío este silencio
por si se te ocurre mirarlo
y adivinar en sus ojos
que te echan de menos.

Te envío este silencio
porque no puedo arrancarte
la piel a abrazos.
No puedo. No me dejan los kilómetros.

Te envío este silencio
porque ya no sé cómo decirte
que en lo que mis párpados
bajan la guardia,
tu imagen se adivina en mi cama.
Con tus labios
robándole el blanco
a mis mejillas
y mi paz
hecha un ovillo
en tu pecho.

Te envío este silencio
porque decir lo bueno es malo
y también
viceversa.


Manos sudando aventuras
poros rezumando fuegos
artificiales
efervescencia en el estómago
y una fiesta de golondrinas
en mi cabeza.
Subidas y bajadas de temperatura en todo el sistema. Cambios. Paradas. Giros de noventa grados. Acelera salta ríe. Acelera, más rápido ríe. Ríe más rápido llora ríe ríe llora. Para.
Para.

Análisis del sistema.
Estamos vivos.
Se mueven las constantes.
Respiramos.
Existimos.

Joder
qué bonito es vivir
hasta cuando aprieta la nostalgia y sonríen los dedos

al borde de un precipicio.



Nada.
No quiero hacer nada
que no sea sentir tu abrazo
y tu olor aflorado acariciando mi energía
y tu mirada marina observándome
como si fuera el único ser en la tierra
y todo
acabase de nacer en este instante.

Tu mirada
que hace brillar hasta la muerte
y nos vacila a todos con su fuerza arrolladora
capaz de movilizar media tierra
aunque en tu pequeño cuerpo
apenas ya se muevan las pestañas.

Y así has mirado la vida:
con tus ojos como pincel
y como lienzo, el mundo.

Y así
es como siempre has hecho
que todo lo que te rodea
parezca más bello
y todos queramos ser partícipes
de adornar de flores el invierno.

Y aún no me creo que ya no estés
si más que un vacío
ahora todo pesa
y huele y parpadea y nos habla.

Y ahora es cuando nos toca a nosotros
recoger las flores que regaste cada día
que por cierto, son preciosas.
Cómo se notan tus dotes
para sembrar colores.

Pero no te preocupes,
que cuidaremos de tu jardín
y seguirá creciendo
y aunque vengan nuevas flores,
siempre

quedarán tus lirios.


He tenido el despropósito
de hacer el inventario de caricias,
de los abrazos a tiempo,
del botiquín de palabras
y aunque ricas, eran pocas.

Algo no encaja en las cuentas de mi utopía:
demasiadas huidas, miedos, contradicciones.
El tiempo en números rojos,
la nostalgia por las nubes
y el corazón, en bancarrota.

Lo peor, y a pesar del evidente final,
es que mi piel se ha empeñado
en reflotar el negocio
y yo solo pienso en darle tregua a mis pulmones
que se van a desgastar de quedarse sin aliento.

Así que voy a dedicarme al amor propio
que a este paso 
se me arruinan las entrañas
de esperarte, amor.




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