CAMINOS DE IDA O VUELTA

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No te otorgo el poder  que me pertenece.

No necesito gustarte
para gustarme,

no soy más hermosa

porque tú lo digas

(por mucho que me guste que lo hagas)

no es más válido lo que hago 

porque tú lo mires

o más sincero 

porque tú lo apruebes.

No necesito tu permiso

para mostrar mi luz,

para tomar mi camino,

ni tampoco debo mostrarte el tuyo.

Nadie mejor que tú lo sabe.

Tampoco eres responsable

de sanar mis heridas

ni de llenar ningún vacío.


Y desde ahí,

desde esa plenitud,

responsabilidad,

y aceptándonos 

también en las sombras,

desde ahí te quiero amar

y que me ames.

Que nos acompañemos
mientras nos sumemos,

desde la elección 

y no desde el deber.

Que nos comuniquemos

y asumamos también vulnerables,

que seamos honestos y tiernos.

Que nos queramos 

desde nuestro amor propio

y no desde las heridas.

Que nuestras luces,

juntas deslumbren

y no bajen la intensidad. 


Porque si todo eso no está,

me duele, 

pero te tengo que soltar

para poder continuar el vuelo.


¿Saltas o te quedas?



fotografía: Alicia Petrashova











Fotografía: Alicia Petrashova
- Me pasa esto. - Pero piensa en la suerte que tienes, en quienes no pueden. Piensa cuánta gente está peor, mucho peor. -Sí, siempre hay gente que está peor. Eso no quiere decir que no deba atender mis necesidades, que lo mío no sea importante. Mi mayor responsabilidad es cuidarme, ser fiel a mi camino. Es lo mejor que puedo hacer por mí y por el mundo entero. Nuestros caminos están conectados pero si no respetamos el propio, la red se contamina. Si quieres que relativice, prefiero que me lleves a mirar las estrellas para reducir el zoom de mis problemas, no que me cargues de culpas que no me corresponden y sólo me nublan y me bloquean. Agradezco de todas formas tu intención y la comprendo. Pero me libero y suelto lo que no es mío.
Fotografía - Alicia Petrashova
No podemos depositar en otrxs, la responsabilidad de cuidarnos. Es nuestro deber establecer nuestros límites, comunicar con claridad nuestras necesidades. No debemos esperar que los demás hagan el trabajo que nosotras mismas no nos permitimos. Seguramente no lo harán porque no es su camino, no les corresponde y además no lo entienden. Y aunque lo hicieran, lo harán de la forma que consideren. Lo que probablemente no se corresponda con lo que tú necesitas.
Nadie mejor que tú conoce el qué y el cómo. Déjate llevar por las señales de tu camino, por tu fuero interno. Tu camino es tuyo y de nadie más. No tienes que pedir permiso. Sí respetar. Pero eso empieza por respetarte a ti, esa es tu mayor responsabilidad. Se te ha dado una vida para gozarla y tomarla por las riendas. Si lo haces, el resto irá bien, vendrá sólo, será fácil. O cuanto menos sincero. Ponte al servicio de tu alma, hazle caso. Es a lo que has venido.
Partiendo de eso, podrás atender a todo lo que consideres oportuno y te darás cuenta de que realmente es mucho menos de lo que tu cabeza pretende.
El Mundo es un lugar inmenso repleto de luces y sombras. Acércate a la luz. Lleva siempre el amor contigo. Hay millones de fuegos que apagar. Nadie está preparadx para apagarlos todos. Cada cual tiene su cometido en la vida, nuestra responsabilidad es encontrarlo y serle fiel. Nada más. Y nada menos.
Todxs estamxs conectadxs, somos red. Pero no podemos atender al resto si no empezamos por nosotras mismas. Seamos tribu pero conectemos desde el corazón, no desde la obligación y el miedo.
fotografía - Alicia Petrashova

Sé que eres madre, médico, artista,

atleta y si hace falta, malabarista 

que en una hora podrías ser psicóloga,

hacer un bizcocho y salvarnos a todos

de un naufragio.

Que todo lo que haces es cinco estrellas

que apenas te he visto nunca estar seria.

Y menos una lágrima, una queja, un lamento.

Sé que eres asombrosamente perfecta,

que eres bella por dentro y por fuera.


Y de verdad, todo eso me maravilla,

te admiro, eres mi gran suerte, me fascinas.

Pero te mentiría si no te dijera, mamá,

que lo siento pero yo 

no aspiro a ser superwoman.


No aspiro más que a ser lo que soy

en el instante en el que existo.

Así, así de imperfecta.


Sé que me lo dices con cariño

desde tu afán por hacerlo siempre mejor.

¿Pero sabes?

No quiero sentirme culpable si no me da tiempo a hacer la cama alguna mañana

o si simplemente elijo no hacerlo.

No quiero sentirme culpable por priorizar mi descanso

a dejar los platos para lavar mañana.

No quiero sentirme mal por tener enredos

por estar débil, por no ser lo que otros esperan. 

Por ir despeinada, despistada, desconjuntada 

e incluso desaliñada.


Quiero hablarme con amabilidad.

Amarme y respetarme

establecer límites claros.

Aceptar mis heridas y besarlas todas,

porque sé que en el fondo eso me hace más fuerte y más humana.


Quiero poder pedir ayuda 

cuando el cuerpo duda.

Cuando me ahogo, flojeo

o si veo que no puedo.

Porque sinceramente, a veces no puedo.

Y no pasa nada, está bien así.


Quiero respetar mi ritmo orgánico.

Permitirme no hacer nada si es lo que siento,

limitarme a ser, sentir lo que contemplo.

Enfrentarme al silencio. 

Escucharme también.


No quiero sentirme mal si algo no ha salido como imaginaba, 

sino tomarlo como una oportunidad para aprender y hacerlo mejor mañana.


Soy imperfecta y lo siento si no es lo que esperabas, 

pero lo cierto es que me enorgullece serlo, poder permitirmelo.

Y la verdad, me encantaría que a veces tú también lo hicieras, 

que te dejaras sostener por nuestros brazos cálidos, de veras.


Sé que es difícil pedirle a algo así a una superwoman.

Pero no pasa nada, está bien así.

Te quiero y te admiro con todo lo que eres

 y te doy las gracias por traerme al mundo y darme cariño y el afán de ser mejor persona, 

pero mejor a mí manera.


Así, perfectamente imperfecta.

Porque así es como debe ser,

o mejor dicho, como quiero que sea.





Fotografía: Alicia Petrashova

Mi corazón se traslada a mi sexo y laten quinientos caballos desbocados cabalgando sobre mis piernas, cascadas precipitándose en su galopar inundándolo todo sin mesura.

El cuerpo entero se estremece.

Máscaras de máximo dolor y gozo en una sola

como animal agonizante y a la par hermoso

preparado para parir un placer infinito

que me catapulta hacia nuestro ser más primitivo.

Una conexión directa con la madre naturaleza,

la tierra misma en mis agitadas venas;

más allá de las palabras, de la razón.

Una verdad más profunda que me habla

como si de pronto

mi sexo 

abarcara toda la sabiduría del universo, 

en esa parte tan íntima

como la flor que se abre con los primeros rayos del sol.


Me expando

me convierto en metamorfosis misma

en aleteo de mariposa

en todos los colores y formas

en estrella fugaz

en polen

en rayo de luz;

muero, 

me transformo

y  me reencarno

en mí.


En yo sin todas las capas 

que había antes del placer,

en yo desnuda

de la forma en la que conocí el mundo

y el mundo me conoció;

desprovista de todo

y abrazando la inmensidad.





DENTRO DE MÍ


Por alguna razón

la naturaleza me ha dado ese poder

desmesurado, incontrolable, insaciable.


Quiero pensar que es algo bueno

aunque no haga más que ponerle trabas.

A las mujeres se nos dio ese regalo 

y con las mismas, se nos arrancó de cuajo.

La censura azotando nuestras espaldas

con las fustas del patriarcado,

la frustración de quien no sabe escuchar

y aprisiona con etiquetas como grilletes:

princesa, virginal, casta, pura.


Y así se sienten más grandes,

ocultan sus miedos con nuestros barrotes. 


Pero yo tengo esto

que no me cabe en el cuerpo

y quiere salir a flote,

saborear sus ilimitadas posibilidades

y hacerlo con orgullo.

De alguna forma,

que parece inscrita a fuego en nuestro ADN

con el yugo de generaciones de esclavitud, 

parece que la opresión siempre estuvo ahí,

golpeando como un toro.

Aprendimos a ser nuestra propia policía

enmudeciendo el placer femenino,

ofreciéndolo a merced de otros,

transformándolo en pavor y no en gozo,

ataques de pánico que se hacen bola.

No verte, sentirte sola.


Pero sé 

que no soy la única,

ni una entre miles.

Sé que somos manada aullando en silencio durante siglos

y que ahora empieza a sacar la cabeza 

de este pozo de fango pesado y putrefacto.

Nuestro canto será tan fuerte

que sonreirá hasta la misma luna.

Vengo a ponerle fin a esta locura.

No pienso dejar que ni religiones, ni hombres, ni ideas, ni nada en el mundo

decida sobre lo único que es mío;

sobre este cuerpo que es mi hogar y mi templo,

sobre estos cimientos sagrados como un bosque de pinos.

Voy a darle la vuelta a lo que se me ha torcido,

volveré al centro, a la génesis, al principio de todo,

antes de que nublaran las capas.


No quiero ignorar este volcán que me habita,

quiero sentir la lava retorciéndome de gusto

pero solo hay soplidos para esta erupción que me invade

y me quedo bullendo hasta apagarla en silencio

y conformarme como siempre porque así es como debe ser

o eso me enseñaron desde antes de existir.


Pero ahora comprendo

que si alguien me ama

debe desearme libre

verme florecer

escuchar qué me ríe el cuerpo

enfrentarnos a lo desconocido

descifrar el mapa de interruptores diminutos para estallidos inmensos

crecer en mi apogeo y no apagarme

para sentirse más grande

sino encendernos

y en esa unión,

iluminar el mundo.





Fotografía: Rob.García.foto.




No quiero que me ames
como a un tesoro.
Quiero que me ames piel
y me ames sangre.
No quiero que me ames menos
ni que me ames más.
Quiero que me ames con lo que soy.
De persona a persona.
Quiero que me ames sincero,
que me ames bonito.
Que nos hagamos agua.
Quiero que me ames mujer
que me ames persona
que me ames libre.
Contigo
y sin ti.
Quiero que me ames desde el silencio
y desde la voz.
Desde ti. Contigo.
Que me ames con tu ser y sepas cuidarlo.
Que me regales libertad reafirmándote en la tuya.
Que sigas definiéndote tú
mientras escribimos un nosotros
que dibujemos nuestros puntos de encuentro
y nos queramos también en los que nos separan.
Que no tengamos miedo a decir, 
a afrontar el vértigo.
Quiero que te ames tanto,
que aún te queden toneladas de amor por compartir.
Que ser feliz no sea un pecado.
Que ser poeta no sea oscuro.
Quiero quitarme los zapatos
y palpar la piel de las plantas.
Olvidar lo que creo que me falta
y respirar lo que ya tengo a grandes tragos.
Quiero vida, quiero pulmón
Quiero tierra y olfato.
Quiero, lo que ya tengo al fin y al cabo.

Sólo preciso abrir los canales,

en esa dirección.




Fotografía: Alicia Petrashova

 

Antes de quitarnos la ropa…

apaguemos la mente un rato.

Volvamos al sentir
de dos cuerpos
que se miran y encuentran.

Escuchemos sin juicio.

Latidos. Pájaro. Aliento.

Un coche que pasa.

Alguien que grita,

pero no importa.

Escuchemos.

Escuchemos con la lengua
y con las manos.

Escuchemos con los pelos
palpemos con los ojos.

Mordamos hasta los dedos de los pies.

Descubrámonos rincones perdidos

amplifiquemos el mapa

y que nos guíe el olfato.

Seamos animales salvajes

y tiernos a ratos.

Hagámonos agua.

Maullemos como gatos
emitamos el sonido del amor,

el que quiera que sea ese.


Aceptemos lo que se nos ofrece
sin las piedras del pasado.

Quién sabe lo que perdemos

si cedemos el instante al miedo
si estamos a una mínima parte de nuestro potencial

si nuestros cuerpos saben más que nuestra mente

y seguimos empeñados en tomar el control.

Hoy te propongo un trato;

Confiémonos al sentir

acércate un poquito

y antes de quitarnos la ropa,

apaguemos la mente un rato.



Lo demás ya viene sólo.




Fotografía: Alicia Petrashova



Nos enseñan a llenar el tiempo de todo
pero así es justo como se pierde.


Nos enseñan a medir, evaluar y compararnos incesantemente,

pero nuestra diversidad es precisamente nuestro tesoro.


Nos enseñan a clasificarnos. A todo lo que existe.

Como si se pudiera enmarcar en palabras, 

el espectáculo que nos rodea.


Nos enseñan que hay un esquema a seguir: 

colegio - carrera - trabajo - pareja - hijos - jubilación - muerte.

Nos enseñan a cumplir un orden 

cuando sólo nos envuelve el caos,

donde lo estático es la muerte y la vida es el cambio.

Nos enseñan a planificar en lugar de escuchar, 

cuando nunca sabemos lo que viene.


Nos enseñan a tomar el control 

de algo que se escapa a la razón,

a querer atrapar lo intangible,

poseer lo que no tiene dueño.


Nos enseñan a buscar fama,

a tener amigos en redes

aunque los de verdad se desvanezcan

y también hasta nosotrxs mismxs.


Nos enseñan que el éxito reside en el “más”, 

cuando lo que de verdad importa es tan poco.

Pero para encajar hace falta MÁS 

dinero, más cosas, más likes, más viajes, 

más títulos, más papeles, más sacrificio, más todo. 

Cuando, ¿no es eso lo que nos hace MÁS pobres?


Nos enseñan a cultivar una imagen 

amplificada en el escaparate de las redes

pero es ese personaje 

quien nos aleja de ser persona.


Nos enseñan a ser individualistas

pero somos animal colectivo,

un todo conectado en sí mismo.


Nos enseñan a pensar en lo que falta

y olvidar lo que ya tenemos.


Nos enseñan a mirar el precio de todo

pero olvidamos su valor.


Nos enseñan un tiempo lineal 

pero vivimos en un círculo eterno e infinito.


Nos enseñan a sentir culpa, miedo, ira,

a ser nuestra propia policía.

Nos enseñan a odiar pero somos puro amor.


Nos enseñan 

o creíamos que nos enseñaban

pero señalaban en dirección contraria.

Y ahora,

ahora que todo se desmorona 

y no tiene ningún sentido, 

ahora que el telón de esta farsa se desploma

y se asoma nuestra persona…


Ahora,

ahora tal vez no quiera mirar lo que nos enseñan

sino lo que ven mis propios ojos

tal vez no quiera caminar donde señalan los carteles

sino donde caminan mis pasos.

Ahora, tal vez, quiera entender 

a qué vinimos desde el principio.







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